Grandes artistas de todos los tiempo y de variadas disciplinas se han planteado esta pregunta: Es el arte que realizo hijo de la razón? O de mi espíritu?

Si atendemos a la frase que reflejó Wassily Kandinsky en su manuscrito acabado en 1910 “De lo espiritual en el arte”, nacido como …”la costumbre de anotar pensamientos sueltos”… durante más de diez años. Allí señala una frase que condensa el legado de su obra y su labor de enseñanza en la Bauhaus en Weimar.

Él expresa :

… ”Cualquier creación artística es hija de su tiempo y, la mayoría de las veces, madre de nuestros propios sentimientos.

Igualmente, cada periodo cultural produce un arte que le es propio y que no puede repetirse.”…

Esto nos da la idea que la producción de una obra de arte está intrínsecamente relacionada con una inquietud subjetiva que nace del sentimiento que nos produce aquello que observamos.Este sentimiento tendría que estar tamizado por nuestras vivencias y circunstancias y es permeable a la cultura a la cual pertenece el artista.

Podríamos indicar que al utilizar el término sentimiento nos remite a un espacio individual, no concreto, interno e inimitable que cada creador posee y que guarda en su espíritu. 

Vamos a analizar lo que el diccionario de la Real Academia Española nos indica con respecto al adjetivo Espiritual:

Espiritual. Adj. 1. De, relativo a, consistente en, o que tiene la naturaleza del espíritu; no material; sobrenatural: poder espiritual. 2. De, relativo a, o que afecta al alma: dirección espiritual; crecimiento espiritual. 3. Que no se ocupa de las cosas materiales o mundanas: llevaba una vida espiritual. 4. De o perteneciente a una religión; sagrado: prácticas espirituales; música espiritual.

De todas estas definiciones del adjetivo, vamos a considerar la 1- primera, “que tiene la naturaleza del espíritu; no material; sobrenatural; poder espiritual”

Nos está señalando un espacio que no posee materia, que va más allá de lo ordinario, un lugar que no tiene parámetros con los que medir y tasar.pero igualmente existente, ya que los sentidos no lo perciben, pero se “siente” y se experimenta en lo más profundo de nuestro Ser. Este “sentir” da validación a nuestras vivencias internas e intransferibles, únicas y singulares.Entonces elevamos estos sentimientos a una categoría de herramientas de la creación.Los colocamos en un área de importancia e influencia necesaria para producir obra de valor para la cultura que contiene al artista.

A diferencia de lo que son las herramientas  pertenecientes a la ciencia con las que ella evalúa, sopesa y consigue resultados y estadísticas para sacar conclusiones  dentro de un pensamiento inmerso en la corriente de la actualidad del tiempo que le toca vivir a cada artista.

Es así que da como resultado una división nada natural del proceso artístico.

Nos queda, entonces, el camino del medio, que está compuesto por puentes que conectan estados del individuo, que es creador y que se nutre de ambos mundos que enriquecen su obra.

Estos puentes que conectan el mundo del sentimiento, que se plasma en la obra de cada autor con un lenguaje simbólico, subjetivo y necesariamente tangible para poder presentar su obra en la sociedad en la que vive. Esta capacidad de llevar a la materia un mundo interno perteneciente al sentimiento no excluye que al revelarse en elementos materiales éstos no tengan que someterse a un orden que la razón ordena.

Estamos hablando aquí de los elementos compositivos que están sujetos a las reglas de la composición.Todo artista sabe que componer significa medir y establecer una armonía  en la que se conjugan líneas, color, materia, como ejemplo, en el caso de la plástica. Fuerzas que han de interactuar produciendo tensiones y contraposiciones propios de la composición armónica de cada obra. 

Tensión suave nº 85

 Así es que entra a jugar en este sistema compositivo el orden del razonamiento que ordena infinidad de elementos que participan en la obra de cada autor.

Podemos considerar, por tanto, el arte como una manifestación de un espacio y un tiempo definido , aunando una reflexión personal y también social del artista, que produce una obra conectada con lo más íntimo de su persona y presentándola al mundo sobre una estructura establecida por las reglas que la razón va a ordenar para comprender lo que el artista nos revela en cada creación.

Entonces la pregunta del comienzo se responderá con que ambos aspectos son necesarios para producir una obra que tiene todos los requisitos necesarios y es de buena calidad.De esta forma aunando todos los aspectos necesarios para la creación no caemos en el juicio de disociar una facultad consustancial con el creador, que es la de  unificar e integrar todos los mundos, tanto materiales como inmateriales, sentimentales o de pensamiento racional, ofreciendo un resultado una creación artística de valor para la comunidad y el mundo que evoca una trascendencia más allá de las intenciones originales del artista creador de obra.

En fin, la conclusión que nos cabe meditar es que la producción creativa abarca todo lo que el creador es capaz de percibir y traducir en un lenguajes que le es inherente y que ofrece al mundo, depurados por un orden compositivo, que trasciende a su persona facilitando nuevas elaboraciones y nuevos formatos para aquellos aprecian su obra.